Ahora mismo leyendo: Yesterday y mañana de Mario Benedetti

jueves, 7 de enero de 2016

Infinito 34.1: Reflexión nocturna

La realidad de la complicación reside en la sencillez de la mentira.

 Ahora soy yo quien coge la batuta. Ahora soy yo quien marca el ritmo de mí mismo. Soy mi orquesta, mis movimientos y mis intenciones. Mis sentimientos, y puedo controlarlos.

 Nos pasamos la vida siendo el objetivo que un día deseábamos ser y no nos damos cuenta. He escrito un libro, cuando soñaba con escribir algo de lo que estuviera orgulloso. Me lo van a publicar, y ya entro en una nube.

 He conocido a personas con las que hace tiempo soñaba con estar, y no las disfruto como merecen. No me disfruto como me merezco, al fin y al cabo.

 Ahora soy más vigoroso. Soy más una esponja que el agua que me rodea. Soy lo que decido absorber. Soy lo que pienso. Y lo que pienso, es lo que siento.

Pensamos lo que sentimos. Pensamos lo que sentimos. Pensamos lo que sentimos...

 Es grandiosamente dura esa reflexión. Porque no limita al corazón, le sigue dejando ser libre. Pero la cabeza... La cabeza decide qué coger del corazón. Debe decidir. Si decidiera reflexionar acerca de todo lo que trae, explotaría.

 Pero no... No, no, no y no. El corazón y el cerebro no son dos cosas distintas. Es lo mismo. Un mismo ser. Complementados. Pero es curioso cómo el cerebro puede vivir sin el corazón, y sin embargo, el corazón no puede vivir sin el cerebro.

 Ahora me pregunto, ¿por qué? Creo que porque sentimos tanto, tanto tiempo, tan descontrolados, que procesar cada emoción que genera el corazón provocaría un colapso. Tenemos la capacidad de sentir, al igual que tenemos la virtud de controlar lo que sentimos. Puede que suene muy inhumano pero, uno pasa mucho tiempo dando vueltas a emociones o pensamientos fortuitos que nos apartan la vista de lo que realmente importa. Lo que tenemos. Lo que es real.

 Tocarte es sentirte y realizarte; al igual que pensar en ti con el corazón. Yo acabo de empezar con todos estos razonamientos y tengo ganas de seguir expandiéndome.  Mi conclusión es:

 Puedes decidir qué disfrutar y en qué usar tu tiempo. Todo vale la pena si conseguimos darle una buena reflexión, solución, conclusión. Si todo lo que hemos hecho y el tiempo que hemos usado, nos ha servido para razonar. Todo vale la pena, y debemos saber controlar de todas formas, hasta qué puntos podemos llegar para no perder la cordura del corazón, ni la sensibilidad del cerebro.



No conozco al autor de este montaje

Lo acabo de escribir a las 2:48 de la madrugada, pero necesitaba escribirlo. Un fuerte abrazo a todos

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