Ahora mismo leyendo: Yesterday y mañana de Mario Benedetti

sábado, 12 de diciembre de 2015

Infinito 9: Silencio

 Silencio. Música. Caos. Silencio.

Pienso en la maldecida mañana que he pasado sin apenas tener un rato en el que poder respirar. Tanta gente a mi alrededor luchando sin saberlo por una bocanada de aire que no estuviera contaminada. Qué diablos... No me gusta la ciudad. Me pongo nervioso, me estalla la cabeza. Mi música es menos ruido que todo el que oigo por la calle. 

Demasiadas miradas imprevistas y pensamientos deliberados. Me siento una fina y débil aguja en un pajar que se va del Metro al ver cuánta gente hay en el vagón que pretendía tomar. Subo las escaleras esquivando a gente con tanta prisa que no les importa arrollar sin unas disculpas a quien se ponga entre ellos y un hueco. 

Cuando era pequeño no me gustaba la ciudad, ahora menos. Cada vez que vengo solo, me empieza a doler la cabeza tan intensamente que debo pararme en cualquier callejón a tomar un respiro. Y es que la multitud no se aleja vayas andando o bajo tierra. Tampoco cerrando los ojos. Ir en un autobús que juega a ver cuántas personas caben entre otras Es desastroso, agobiante, claustrofóbico. 

Y en eso se resumen mi días de expedición por el centro de Madrid. Los cuales intuyo que no van a persistir durante mucho más tiempo. 

Mi día empezó en un silencio en mitad de la habitación al despertar.
Siguió con música en el autobús.
Después, caos en el ajetreado corazón de la ciudad.
Y terminó con mi vuelta a casa. Culminando en un precioso silencio bajo las intermitentes luces de las farolas en la autopista. Con la oscuridad de la noche cernida sobre mi paisaje, dando pie a mis sueños y pesadillas para llenar mi cabeza una noche más.


Foto por @YaneAwesome

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