Ahora mismo leyendo: Yesterday y mañana de Mario Benedetti

sábado, 5 de diciembre de 2015

Infinito 2: Empatizando frustración

Es ese preciso instante en el que lo único que puedo hacer, es no hacer nada. 
Apretar mis puños, mis dientes. 
Morderme un labio anclando los pies al suelo mientras mis piernas quieren salir corriendo. 
Estoy cansado de tantos intentos. 
Pequeñas y efímeras ilusiones que me hacen creer que algo grande puede surgir de algo pequeño. Pero este mundo no es humilde, y apenas generoso.
 No quiero formar parte de ello pero tampoco quiero rendirme. 
Hay un lugar para mí y un sitio donde puedo demostrar lo que valgo. 
Pero ahora mismo, estoy cansado. 
Mi cuerpo quiere dormir mientras mi mente me fuerza para no hacerlo.
 Un cúmulo de emociones crea un vendaval dentro de mí acabando en una lenta e intensa frustración que se esparce desde mi pecho al resto de mi cuerpo. 
Y desearía no estar cansado. 
Tener las fuerzas necesarias para levantarme creyendo que un nuevo intento podrá marcar una nueva diferencia. 
Pero nada es nunca como queremos, y las vidas sencillas no están hechas para personas como yo. Tomamos los caminos difíciles porque los fáciles ya los ha obstaculizado alguien poniendo un cartel de "se necesita experiencia". 
Mis circunstancias y yo, no nos llevamos bien. 
Discutimos a menudo y tampoco me genera ninguna paz. 
Pero ahora aprecio más un descanso. 
Un domingo en la cama, o una siesta un día cualquiera. 
Sé que no soy inútil, y que sé lo puedo demostrar a quien me ha dicho lo contrario. 
Pero antes que nadie, voy yo. 
Ahora me levanto por mí, y mañana también. 
Confío en que el esfuerzo se paga con la moneda más cara; una recompensa que yo sienta merecida. Porque la desesperación, la frustración, no se compensa con dinero. 
Se compensa, se apaga, sabiendo que todo lo que hice, al final valió la pena.



No conozco al autor de esta fotografía

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