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viernes, 4 de diciembre de 2015

Infinito 1: Una pregunta y una reflexión

 Calle Fuencarral. Nueve y treinta y dos minutos de la noche. Un bus lleno de gente. Todos aguantamos el alboroto de los insolentes que ocupan la parte trasera del autobús. Una ventana abierta, y un hombre mayor que pide educadamente que la cierren pues tiene un resfriado encima. Y este grupo de gente, se niega. Un hombre se levanta para intentar hacer entrar en razón a los jóvenes que dicen morirse de calor en plena noche de Diciembre. No oí lo que dijo el hombre resfriado, sólo vi como una chica se levanta, y le propina un golpe en la cabeza. El bus entero se altera. Mi madre grita que cómo se le ocurre levantar la mano a un hombre mayor. Me pongo nervioso. El conductor detiene el autobús para atender el alboroto que se formaba. Los acompañantes de este chica le defienden a gritos, sin mediar palabra. El hombre se levanta indignado de su asiento. Carraspeando y frotándose la parte de la cabeza golpeada brusca e insolentemente por la chica. Sólo tengo una pregunta, y una reflexión.

 La pregunta: ¿cómo hemos podido pasar a algo así? Es verdad que estas cosas pasan a diario en las situaciones más inoportunas pero, estamos hablando de simplemente levantar la mano a un desconocido. No influye su estado físico, mental, sexo o su edad. Hemos creado una sociedad donde ahora el marginado cree que la mano tiene más fuerza que la palabra, porque no es capaz de usar ésta ante una situación que él cree necesaria de tal remedio. Es lamentable. Y tampoco es culpa suya. Es simplemente, lo que hay. Por suerte, en el autobús demostramos cómo esta gente solo es una minoría. Fueron casi treinta personas contra cinco. Es una buena cifra pero, no quita el daño. No me da recelo decir que lo pasé mal. Fue una situación violenta y desagradable. No por la agresión, sino por la falta de respeto y educación.

Y la reflexión: me alegra ser como soy. Ya me alegro todos los días pero, me alegra ver que soy una persona que es capaz de usar la palabra y no ver mi fuerza como un remedio a un contexto irritante. Aunque solo era una ventana y dos palabras mal dichas... Me alegra ser tolerante. Alguien que escucha y se defiende sin hacer daño. Ojalá esta minoría supiera que estar estancado en unas formas de actuar y hablar es una forma de vivir enjaulado por unos barrotes que no quitas, porque no sabes que puedes hacerlo. Ojalá llegue el día en el que la palabra sea el recurso más fuerte de este mundo.



No conozco al autor de la fotografía

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