Es una sensación parecida a
deslizar los dedos en las cuerdas. Sentir cada hilo rozar tu yema en una
interminable y perfecta nota que precede a otra, a otra, y a otra.
Es una sensación parecida a
pestañear rezando por que las vistas cambien cada vez que lo haces, deseando
que esa persona esté en cada uno de los paisajes que te puedas imaginar. Hasta
que me doy cuenta de que no necesito crear un mundo nuevo enfrente de mí porque
un paisaje cobra belleza si tú estás en él.
La noche no es tan oscura si te
miro a los ojos. El silencio no es tan profundo si oigo tu voz.
Eres mi paisaje favorito en una
realidad en la que no quiero cerrar los ojos para no perderte de vista. Porque todo
viene y va en instantes que nos perdemos pestañeando. Querría saber cuántos
segundos de nuestra vida se nos escapan haciéndolo. Pero tú… Tú te salvas de
esto. Tengo la suerte de poder verte aún con los ojos cerrados. Supongo que
será porque en cada cosa que pienso estás tú.
Eres mi enfermedad, alivio y
diagnóstico. Cómo podría dejar de amarte. Cómo podría dejar de pensar en ti
como si estuviera hablando con el amor en persona. Alguien cálido sonriendo,
amable mirando y comprensible escuchando. No todo el amor que existe se centra
en caricias y abrazos. El amor más profundo y sincero se esconde en las miradas
que nos dedican cuando no nos damos cuenta, y en el silencio entre las palabras que decimos. Aún
estoy intentando verte sin mirarte a los ojos, y escuchar tus silencios con
atención. Para poder ver en tus ojos todo lo que ves en mí, y oír en tu
silencio lo que piensas.
Eres mi estrés y mi café. Como
una manta de lana en invierno por las noches me arropas con tus brazos.
Consigues que el frío de la habitación no pase entre nosotros. Noto tu pecho
agrandarse contra el mío, respirando. Sintiendo cómo vacías tu cuerpo en una
fina y silenciosa respiración que roza mi cuello.
Eres mi llanto y mis lágrimas. Un abrazo en el que rodeas mi cuello con tanta fuerza que el dolor se escabulle pidiendo disculpas por mis sollozos. Mi corazón aminora y mis músculos se relajan. Unos segundos perfectos en un lugar cualquiera. Es lo que creas. Eso es lo que siento.
Mi sonrisa y mi único motivo. Quiero
creer que todos nos refugiamos en la sonrisa de la gente que nos quiere. Tengo
la suerte de verme en la tuya con cualquier chiste malo que digo. Cada vez que
digo lo guapa que estás en cualquier momento, en cualquier lugar.
Mi condena y libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario