Y me siento débil. Pequeño e inexistente. Ojalá hubiera una medicina que además de calmar el dolor de cabeza, hiciera que todas las preguntas existenciales formadas por un "por qué" se fueran como vinieron, sin avisar.
Hoy me he sentido muy poco yo, y mucho mis preguntas. Incapaz de encontrar una solución que ya intenté descifrar en su día y sin éxito, entré en una espiral. Y cada vez estoy en lo más profundo de mi ser, donde la luz es más tibia a medida que me hundo y dejo de sentirme. Todos mis talentos se van y me absorben los miedos que carcomen mi cerebro. Dormir ya no es un remedio, y el café no me relaja. Ni siquiera recostado, acurrucado y triste bajo mis sábanas encuentro consuelo, o una respuesta que me haga cerrar los ojos sin tener que pensar en qué tengo que hacer con mi vida. Conmigo mismo. Porque ayer estaba bien, pero hoy... Hoy es otro día.
No conozco al autor de esta fotografía
No hay comentarios:
Publicar un comentario